Azahara confirma así la elección de esta foto: Es importante porque allí me he bautizado, he hecho la comunión y la confirmación, es decir, los eventos más importantes de mi vida, relacionada con la fe.
Además recoge el retablo, la hornacina de la virgen del
Milagro de Valdestillas, que tuvo como milagro a celebrar por los
valdestillanos, el momento en el que entraron los soldados de la campaña de
Flandes a la iglesia y sucede un hecho milagroso: Inicialmente los soldados
decían que había otra virgen más bonita. A partir de ahí, se produce el
milagro. El niño que tiene en brazos, el niño Jesús, se cae, se desprende de
los brazos de la Virgen madre y ésta lo coge antes de que toque el suelo, ante
la visión de los soldados. En el momento de recoger al niño, este queda mirando hacia el pueblo. A la virgen también
se le cae la rosa, que es recogida también como el niño.
Además es un elemento de patrimonio importante del pueblo,
con riqueza de elementos como el retablo.
Hemos buscado más datos acerca del Milagro, de la Virgen en Valdestillas, y en la digitalizada "Revista de Folklore" por la Fundación Joaquín Díaz, he encontrado este artículo de José Delfín Val Sánchez: "Soldados de Flandes en Valdestillas y el Milagro de la virgen" (año 1983).
Copio casi literalmente el contenido del artículo y añado el enlace correspondiente:
La Corte estaba en Valladolid y Valdestillas posiblemente fuera la última etapa del largo viaje que traían desde Flandes los soldados de una compañía mandada por el capitán don Juan de Viamonte. El rey Felipe III, que a la sazón tendría unos veinticinco años, no sentía la menor preocupación por aquellos soldados que habían puesto en peligro sus vidas, pues procedían de Flandes en donde había guerra. (Fue cuando el general Alberto sitió el castillo de Ostende durante tres años largos que dio un desafortunado resultado: ganaron los sitiadores pero murieron 962.000 hombres, sumados los muertos de los vencidos a los muertos de los vencedores.)
Unos pocos soldados españoles, de aquellos que habían sido mandados tan lejos de sus hogares posiblemente por el valido del Rey, el Duque de Lerma, que era, según dicen los cronicones, quien realmente gobernaba las Españas, iban a ser sujetos de un portentoso milagro de la Virgen del Rosario que veneraban hasta entonces con este nombre los valdestillanos.
Para descargar de posible fantasía la narración milagrosa, digamos que las crónicas cuentan que era el día 10 de mayo de 1602. La Corte llevaba en Valladolid, de nuevo, algo ,más de un año y el joven monarca seguía tan piadoso como confiado, dejando que el Duque de Lerma deshiciera la hacienda pública a su antojo y beneficio.
En la página 2 del capítulo 5º de las "Flores Historiales" de Matheu se dan los datos exactos del acontecimiento histórico que, por vía de milagro cambió la vida de los habitantes de Valdestillas y quizá también la de aquel grupo de soldados españoles.
Vayamos al hecho.
"Cuando estaban dando las boletas de acampada en el pórtico de la iglesia parroquial del pueblo, como era costumbre, y habiendo entrado a hacer oración en dicha iglesia Juan Romero, Juan Gómez, Sebastián Carloe, Cristóbal Franco y otros muchos, todos ellos soldados de la compañía, descubrieron la imagen de Nuestra Señora del Rosario que está en el colateral a la parte del Evangelio, y reparando en ella dijo el dicho Juan Romero a sus compañeros: ¿No os parece que esta imagen se parece mucho a la que vimos en Flandes en la villa de Aó, junto a Bruselas, que es muy milagrosa? Respondieron que sí; y que no habían visto imagen que se pareciese a la referida de Aó, sino ésta, ni que fuese tan milagrosa, con cuyas palabras se fueron acercando a dicho altar y al llegar junto a él vieron que un niño que tenía esta soberana Señora en sus divinos brazos se le caía de ellos tanto, que viéndose inclinada la cabeza hacia el suelo, vocearon diciendo: ¡Que se cae, que se cae el niño; y arrojándose los que pudieron a cogerle vieron que dicha imagen de Nuestra Señora abrió los brazos y se inclinó hacia el suelo para recoger al niño, y recogido volvió esta milagrosísima Señora a bajarse por la rosa, que al tiempo que abrió los brazos, se le cayó de las manos. Quedáronse los referidos soldados tan aturdidos de ver el prodigio y oír el ruido que los vestidos de dicha imagen hicieron, que en mucho rato no hicieron más que mirarse unos a otros pasmados, y volviendo a cobrar aliento, llenos de gozo y alegría, vocearon diciendo: Milagro, milagro, a cuyas voces acudieron los demás soldados y vecinos de dicha villa, y con lo que aquellos dijeron y éstos vieron (que fue que el niño no estaba como antes, pues estaba vuelto el rostro al pueblo y echando la bendición, y antes de este maravilloso prodigio estaba mirando el niño cara a cara a su benditísima madre) recorrieron y publicaron el milagro, y como tal le calificó y confirmó el Ilmo. Señor don Enrique Pimentel, Obispo de esta ciudad, el día diez y ocho de julio, año mil seiscientos y veinte, y después de éste otros Señores Obispos".
En un texto de la novena a ella dedicada se dice que debería llamarse Nuestra Señora de los Milagros, y no del Milagro, en singular, por los muchos que ha venido obrando desde que ocurrió el primero y que sus devotos no desmayen, antes bien alentados perseveren en su santa devoción, pues con ella aseguran que si esta Señora antes se inclinó para levantar a su Hijo precioso, hoy se inclinará y nos levantará, librándonos de la dura servidumbre del pecado a gozar de los bienes celestiales por toda una eternidad".
Amén.
Sin ir más lejos la Virgen del Milagro hizo el último, según nos cuentan los valdestillanos, el día 11 de mayo de 1976, fecha en que se produjo un incendio en la iglesia: la Virgen estuvo entre llamas y no se quemó. Al parecer sólo sufrieron desperfectos las andas y parte de su manto, pero la imagen, la talla, permaneció incombustible.
Si esta talla de la Virgen viene ofreciendo sus favores a la población valdestillana, no es extraño que sea el centro de la devoción popular. A la Virgen del Milagro acuden para pedirle cualquier tipo de favor. Incluso el agua para los campos, cuando éstos están secos, privando así a San Isidro, patrono de los campesinos y por tanto santo más acostumbrado a conceder este tipo de favores, de quedar bien con los valdestillanos; aunque, con permiso de su virgencita milagrosa, también cuenta con la confianza de estos vallisoletanos (...)
Unos pocos soldados españoles, de aquellos que habían sido mandados tan lejos de sus hogares posiblemente por el valido del Rey, el Duque de Lerma, que era, según dicen los cronicones, quien realmente gobernaba las Españas, iban a ser sujetos de un portentoso milagro de la Virgen del Rosario que veneraban hasta entonces con este nombre los valdestillanos.
Para descargar de posible fantasía la narración milagrosa, digamos que las crónicas cuentan que era el día 10 de mayo de 1602. La Corte llevaba en Valladolid, de nuevo, algo ,más de un año y el joven monarca seguía tan piadoso como confiado, dejando que el Duque de Lerma deshiciera la hacienda pública a su antojo y beneficio.
En la página 2 del capítulo 5º de las "Flores Historiales" de Matheu se dan los datos exactos del acontecimiento histórico que, por vía de milagro cambió la vida de los habitantes de Valdestillas y quizá también la de aquel grupo de soldados españoles.
Vayamos al hecho.
"Cuando estaban dando las boletas de acampada en el pórtico de la iglesia parroquial del pueblo, como era costumbre, y habiendo entrado a hacer oración en dicha iglesia Juan Romero, Juan Gómez, Sebastián Carloe, Cristóbal Franco y otros muchos, todos ellos soldados de la compañía, descubrieron la imagen de Nuestra Señora del Rosario que está en el colateral a la parte del Evangelio, y reparando en ella dijo el dicho Juan Romero a sus compañeros: ¿No os parece que esta imagen se parece mucho a la que vimos en Flandes en la villa de Aó, junto a Bruselas, que es muy milagrosa? Respondieron que sí; y que no habían visto imagen que se pareciese a la referida de Aó, sino ésta, ni que fuese tan milagrosa, con cuyas palabras se fueron acercando a dicho altar y al llegar junto a él vieron que un niño que tenía esta soberana Señora en sus divinos brazos se le caía de ellos tanto, que viéndose inclinada la cabeza hacia el suelo, vocearon diciendo: ¡Que se cae, que se cae el niño; y arrojándose los que pudieron a cogerle vieron que dicha imagen de Nuestra Señora abrió los brazos y se inclinó hacia el suelo para recoger al niño, y recogido volvió esta milagrosísima Señora a bajarse por la rosa, que al tiempo que abrió los brazos, se le cayó de las manos. Quedáronse los referidos soldados tan aturdidos de ver el prodigio y oír el ruido que los vestidos de dicha imagen hicieron, que en mucho rato no hicieron más que mirarse unos a otros pasmados, y volviendo a cobrar aliento, llenos de gozo y alegría, vocearon diciendo: Milagro, milagro, a cuyas voces acudieron los demás soldados y vecinos de dicha villa, y con lo que aquellos dijeron y éstos vieron (que fue que el niño no estaba como antes, pues estaba vuelto el rostro al pueblo y echando la bendición, y antes de este maravilloso prodigio estaba mirando el niño cara a cara a su benditísima madre) recorrieron y publicaron el milagro, y como tal le calificó y confirmó el Ilmo. Señor don Enrique Pimentel, Obispo de esta ciudad, el día diez y ocho de julio, año mil seiscientos y veinte, y después de éste otros Señores Obispos".
En un texto de la novena a ella dedicada se dice que debería llamarse Nuestra Señora de los Milagros, y no del Milagro, en singular, por los muchos que ha venido obrando desde que ocurrió el primero y que sus devotos no desmayen, antes bien alentados perseveren en su santa devoción, pues con ella aseguran que si esta Señora antes se inclinó para levantar a su Hijo precioso, hoy se inclinará y nos levantará, librándonos de la dura servidumbre del pecado a gozar de los bienes celestiales por toda una eternidad".
Amén.
Sin ir más lejos la Virgen del Milagro hizo el último, según nos cuentan los valdestillanos, el día 11 de mayo de 1976, fecha en que se produjo un incendio en la iglesia: la Virgen estuvo entre llamas y no se quemó. Al parecer sólo sufrieron desperfectos las andas y parte de su manto, pero la imagen, la talla, permaneció incombustible.
Si esta talla de la Virgen viene ofreciendo sus favores a la población valdestillana, no es extraño que sea el centro de la devoción popular. A la Virgen del Milagro acuden para pedirle cualquier tipo de favor. Incluso el agua para los campos, cuando éstos están secos, privando así a San Isidro, patrono de los campesinos y por tanto santo más acostumbrado a conceder este tipo de favores, de quedar bien con los valdestillanos; aunque, con permiso de su virgencita milagrosa, también cuenta con la confianza de estos vallisoletanos (...)
http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?ID=242

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